EXCUSION
AL CABO DE HORNOS – USHUAIA / Crucero Mare Australis
Para muchos de nosotros las
historias de aventuras del fin del mundo eran de chicos las preferidas: lugares
remotos donde se funden los océanos Atlántico y Pacífico eran parte del relato
de los primeros navegantes y descubridores en los paisajes más inhóspitos del
planeta. Aunque parecía imposible, luego de realizar el check in en la ciudad
de Ushuaia junto a nuestro compañero de viaje, había llegado el momento de
abordar el crucero Mare Australis.
El Mare Australis es una
embarcación de 73 metros de eslora con capacidad para 129 pasajeros. La nave
cuenta con todos los elementos necesarios para dar seguridad a los tripulantes,
además de contar con el equipamiento tecnológico para navegar en esta parte del
mundo.
Una de las características
más singulares de este barco es que es un crucero de expedición desde el que se
realizan desembarcos en botes zodiac-gomones con piso semirrígido y motor. Una
vez que se toca tierra firme, los pasajeros pueden realizar trekkings en estas
tierras indómitas que fueron recorridas por los primeros navegantes durante los
siglos XVII, XVIII y XIX.
Lo primero que hacen los
visitantes apenas entran al barco y dejan sus pertenencias es recorrerlo para
saber cómo será el lugar que oficiará de casa durante lo que dura la excursión.
Con cinco cubiertas, el Mare Australis posee un elegante comedor, dos salones
con bar, asientos mullidos y dos cubiertas exteriores ideales para fumadores.
Crucero Mare Australis:
Navegando hasta el Cabo de Hornos
Un cóctel de bienvenida
donde conocimos al capitán, a los oficiales y al equipo de guías de la
expedición y la charla de seguridad fueron la primera forma de conocernos entre
los presentes.
Un espectáculo de tango nos
obligó a recordar que aún estábamos en Argentina. Los turistas no paraban de
aplaudir. En cuestión de minutos, el barco soltaría amarras y empezaría la
aventura.
Zarpamos
Unos minutos de navegación
sirvieron para apreciar la ciudad de Ushuaia en todo su esplendor desde los
ventanales. Conocimos uno de los espacios del barco donde todos los días se
sirvieron los almuerzos y las cenas.
Entre brindis, llegó la
noche para invitarnos a descansar. A la mañana siguiente nos esperaba el Cabo
de Hornos. Durante la noche, la embarcación navegó por el canal Murray,
transitamos frente a la bahía Nassua, las islas Wollaston y L´Hermite.
Crucero Mare Australis:
Navegando hasta el Cabo de Hornos
Día 2. En el famoso cabo
A las seis de la mañana,
luego de tomar un “café de madrugadores”, nos equipamos con paraguas y botas.
Nos asignaron un bote zodiac para descender hasta el cabo y llegó el primer
desembarco de la travesía.
Para quien lo ve por primera
vez, parece una isla más de las tantas que se encuentran alrededor de Tierra
del Fuego. Pero su historia merece un punto y aparte. Es el cabo más austral
del continente americano y es un punto crítico para los navegantes que se
aventuran frente a sus aguas. Allí se unen los océanos Atlántico y Pacífico;
sus grandes masas de agua chocan y generan olas gigantescas y fenómenos
atmosféricos sin igual en todo el mundo.
Al tocar tierra firme,
comenzamos a subir por una escalinata hasta acercarnos a un sendero de madera
donde se encuentra el Monumento del Cabo, representado por un albatros.
Crucero Mare Australis:
Navegando hasta el Cabo de Hornos
Erigido el 5 de diciembre de
1992, el monumento rinde homenaje a todos los navegantes que perecieron en el
intento de cruzar frente a su costa rocosa y saluda a todos los que lo
contemplan.
Lengas, guindos y canelos
abundan en la isla, inclinados por la continua acción del viento. Visita
obligada es llegar hasta el faro y la oficina postal. Allí vive una familia que
por la módica suma de cinco dólares o euros nos permite contactarnos con el
resto del mundo a través del envío de cartas y sellos postales.
Luego de un largo rato, los
presentes comenzamos a abandonar el lugar legendario; nuestro silencio se
adueñó de ese momento hasta regresar a la cubierta del Mare Australis
De vuelta al barco
Ya en el barco, podíamos
dirigirnos a la sala de juegos, visitar el bar, las cubiertas, el puente de
mando o asistir a las múltiples charlas y exposiciones audiovisuales que
comentaban el recorrido de este crucero de expedición. Así aprendimos todo lo
referido al entorno geográfico por donde navegamos y conocimos con precisión la
flora y la fauna del lugar.
Los guías del Mare Australis
relataron los viajes de los aventureros de origen español, portugués e inglés
que fueron parte esencial del descubrimiento y la colonización de estas
tierras. Tampoco se olvidaron de los aborígenes, de sus costumbres, formas de
vida y mitos.
La cocina del crucero era
espectacular. Las comidas estaban compuestas por cinco platos, todos
acompañados por cantidades ilimitadas de los mejores vinos chilenos. El café y
el chocolate caliente acompañados por finas galletas eran protagonistas de las
tardes. Así, sin que nos diéramos cuenta, llegaba la noche, cuando buscábamos
lugar para poder saborear las centollas magallánicas, el sushi o el salmón
rosado a la crema.
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Navegando hasta el Cabo de Hornos
Bahía Wualaia, el paraíso
Por los altavoces se anunció
un nuevo desembarco y esta vez quienes querían podían visitar la bahía Wualaia.
En este lugar se ha tejido
una inimaginable cantidad de historias y leyendas, muchas de las cuales se
deben a que antiguamente allí vivieron pueblos indígenas. Mientras conocíamos
la bahia, gaviotas, cormoranes, albatros y otros cientos de aves nos
acompañaron.
Al desembarcar, una playa
rocosa nos daba la bienvenida antes de internarnos en el bosque para subir por
un sendero y desde allí tener una imponente viste de la bahía.
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Navegando hasta el Cabo de Hornos
Día 3. Glaciares
La mayoría de los “habitantes”
del Mare Australis ya había despertado cuando el sol comenzó a entrar por las
ventanas del barco. Según contó el capitán, viajábamos por un laberinto de
canales como el Brecknock y Cockburn, cuyas islas se encuentran cubiertas por
arbustos, rocas escarpadas y algunos picos nevados.
Después de almorzar,
comenzamos a navegar por el seno Chico. Llegamos a un lugar increíble. Con 12
kilómetros de largo, este fiordo deleita al visitante.
Luego, la navegación
continuó frente a las frías paredes del glaciar Plüschow, cuyo nombre remite al
aviador Günther Plüschow, un pionero en sobrevolar y tomar las primeras
fotografías aéreas de la cordillera Darwin en su aeroplano Cóndor de Plata.
Más tarde, en los zodiacs,
comenzamos a navegar frente a los glaciares Piloto y Nena. La excursión permite
observar el recorrido de estos glaciares que se originaron hace más de 50.000
años, muchos de los cuales todavía continúan avanzando.
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Navegando hasta el Cabo de Hornos
Dia 4. Todo llega al final
Esta aventura austral
comenzaba a terminar y solo nos quedaba una parada más: la isla Magdalena.
Luego del café de
madrugadores, desembarcamos en la isla donde se asienta una de las colonias de
pingüinos más importantes de América. Caminamos hasta el faro, que por las
noches se enciende, y pudimos avistar cormoranes, gaviotas australes y
mamíferos como lobos marinos, además de pingüinos.
Regresamos a nuestro Mare
Australis. Con la proa apuntando hacia Punta Arenas, en Chile, comenzamos a
despedirnos de la tripulación y de los nuevos amigos. En pocos minutos llegaron
a nuestra mente los momentos vividos durante este singular viaje.
El famoso Cabo de Hornos, un
lugar que quizás nunca más volvamos a ver. Crucero Mare Australis: Navegando
hasta el Cabo de HORNOS
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